Correspondencia.

Dice Nori que —paradójicamente— escribir se vuelve más complicado mientras más medios hay para hacerlo. Que la tecnología está bien, que es bueno poder comunicarnos a velocidades que el sigo pasado (que no terminó hace mucho) simplemente no podríamos imaginar; pero que por otro lado, hemos perdido algo de esa sensibilidad, algo de ese ritual que era sentarnos a escribir sin tantas distracciones; sin tantos enlaces multimedia, sin tanto «ruido» alrededor nuestro. Sólo la hoja en blanco, el escritor y su pluma.

Quizá estemos mal, quizá ya somos viejos y nuestra nostalgia nos ha estado rebasando, quizá nuestros nietos ya no sabrán lo que es escribir sobre una hoja de papel. El ordenador nos ofrece la posibilidad de cambiar las palabras a cada momento, de borrarlas, de reordenar y reciclar con una facilidad impensable en los tiempos de la máquina de escribir. Y quizá por eso, ya no nos detenemos a pensar mucho en lo que escribimos, en lo que pensamos, en lo que decimos.

Sin afán de «revertir» nada, y sólo por el gusto de hacerlo, Nori ha propuesto que escribamos cartas. Así, con un bolígrafo común, sobre papel corriente. La única regla es escribir directamente sobre la hoja. Nada de borradores, nada de capturarlo en el ordenador y luego transcribirlo a mano. Enfrentarnos a cualquier cosa que queramos decir. A esforzarnos por ordenar un poco nuestras ideas antes de ponerlas en papel. Tampoco estamos peleados con la tecnología; aunque bien podríamos usar el correo tradicional, preferimos publicar aquí para ahorrarnos el tiempo de tránsito entre los aparatos postales. Me parece un buen ejercicio. Y un excelente comienzo.

Les dejo un enlace al blog de Nori.

0 comentarios: